Que gusto poder escribirles de nuevo sobre estas cosas que han estado llegando a mi corazón...
Por mucho tiempo estuve buscando el gran conocimiento del amor, ese amor por la cual experimentaron Adán y Eva; en el principio, antes de su pecado... Sabía que de alguna manera podíamos volver a acceder a ese amor, pero no sabía como podría llegar hasta él...
Dios me hizo dar cuenta de algo importante, que a pesar de que tengamos conocimientos espirituales, tengamos dones, o seamos buenas personas, no por eso podemos llegar a tener verdadero amor en nuestros corazones...
Solo comprendiendo quien fue Jesús y entendiendo el sacrificio que hizo este en la cruz, lograremos comprender este gran amor y podremos vivir desde ese amor...
Otra vez Jesús les habló, diciendo: —Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida... Juan 8:12
Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí y yo en él, éste lleva mucho fruto, porque separados de mí nada podéis hacer. Juan 15:5
De hecho, en ningún otro hay salvación, porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres mediante el cual podamos ser salvos. Hechos 4:12
Porque hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo Hombre. 1Timoteo 2:5
Sin Jesús no lograremos conocer el amor que es Dios; que nosotros por tener su simiente, al creer en él, también su amor se perfecciona en nosotros por medio de su espíritu. Jesús es el mediador en la tierra para entrar al reino de los cielos, el verdadero hijo de Dios, ¡no es uno más! A través de Jesús conectamos con el amor. Si no podemos ver el amor y el perdón con el que él actuó en este mundo, será muy difícil poder ver ese amor en nosotros y en los demás...
Si no tengo amor, de nada me sirve hablar todos los idiomas del mundo, y hasta el idioma de los ángeles. Si no tengo amor, soy como un pedazo de metal ruidoso; ¡soy como una campana desafinada! Si no tengo amor, de nada me sirve hablar de parte de Dios y conocer sus planes secretos. De nada me sirve que mi confianza en Dios me haga mover montañas. Si no tengo amor, de nada me sirve darles a los pobres todo lo que tengo. De nada me sirve dedicarme en cuerpo y alma a ayudar a los demás. El que ama tiene paciencia en todo, y siempre es amable. El que ama no es envidioso, ni se cree más que nadie. No es orgulloso. No es grosero ni egoísta. No se enoja por cualquier cosa. No se pasa la vida recordando lo malo que otros le han hecho. No aplaude a los malvados, sino a los que hablan con la verdad. El que ama es capaz de aguantarlo todo, de creerlo todo, de esperarlo todo, de soportarlo todo. 1 Corintios 13:1-7 TLA
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