Jesús nos da de su gozo, haciéndonos realidad los anhelos de nuestro corazón - Santa Teresita del niño Jesús...


¡Hola, hola...! Otra vez aquí con ustedes... Como me emociona escribirles cada vez que tengo esos momentos de vislumbre. Cada nuevo conocimiento que llega a mi vida; así sea algo pequeño e insignificante, para mí es tan significativo... ya que siento que por ello me encuentro cada día más cerca del Señor; y sé que ustedes, al identificarse conmigo, también lo están... Hoy les quiero hablar de una santita que me encanta, bueno, siempre les hablo de ella, es Santa Teresita del niño Jesús, mi santa católica favorita en todo el mundo... A pesar de que yo no soy católica, ¡Soy solo cristiana...! sé que hay muchos santos católicos, que como ella, han logrado comprender lo que es el gran amor que es Dios; en su libro, Historias de un alma, lo refleja muy bien. ¡Oye! este libro se los recomiendo a todos, sobretodo aquel que desea comprender lo que es este gran amor en Cristo Jesús. Si los deseas puedes buscar el libro aquí en este Post... 

Bueno, como les he dicho, Santa Teresita es llamada por muchos la santita del amor, por su conocimiento del amor en Jesucristo... Su amor por Jesús es indiscutible, catalogaba la santidad, no como algo difícil de alcanzar o donde había que hacer grandes proezas, no, sino como hacer las pequeñas cosas de la vida (como pelar una batata), cosas tan sencillas como estas; todo por amor a Jesús. 

He recapitulado frases de su libro, que en verdad cada palabra resulta apasionante leerlas, ya que habla del amor que nos profesa Jesucristo al colmarnos de nuestros deseos y hacérnoslo realidad, siempre y cuando lo busquemos sin ningún interés, ya que de esta manera se manifestará nuestro gozo en la tierra. Bien lo dice Jesús en este versículo Juan 16-24 Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid y recibiréis, para que vuestro gozo sea completo. Como ven, nuestro amado Jesús quiere darnos ese gozo, ¡en verdad quiere dárnoslo...! porque él sabe que necesitamos de esa alegría; solo que él está esperando a que lo busquemos y amemos como él nos ama...  Deléitate en el Señor, y él te concederá los deseos de tu corazón. Salmos 37:4

He aquí fragmentos que extraje de su libro  Historia de un alma, donde Santa Teresita abarca muy bien lo dicho anteriormente...

"Creo simplemente que Jesús mismo, escondido en el fondo de mi propio corazón, es quién me concede la gracia de actuar en mí y quien me hace descubrir lo que él quiere que haga en cada momento...

¡Que misericordioso es el camino por donde me ha llevado siempre Dios! Nunca me ha hecho desear algo que luego no me haya conseguido. Por eso su, cáliz amargo, siempre me ha parecido delicioso.

Mi deseo de sufrir se vio colmado. No obstante, mi amor al sufrimiento no decreció, por lo que pronto mi al alma participó también en los sufrimientos de mi corazón. La sequedad se hizo mi pan de cada día. Más aun que estaba privada de todo consuelo, era la más feliz de las criaturas, pues veía cumplidos todos mis deseos.

Dios me ha mostrado la misma misericordia que mostró al rey Salomón. No ha querido que yo tuviese  un sólo deseo que no viese realizado. Y no sólo mis deseos de perfección, sino también aquellos cuya vanidad comprendía sin haberla experimentado.

Como siempre te he mirado, Madre querida, como mi ideal, deseaba parecerme a ti en todo. Al verte pintar primorosamente y componer poesía tan encantadoras, pensaba: "¡Cómo me gustaría poder pintar y saber expresar en versos mis pensamientos, y así hacer el bien para las almas!"

No quería pedir estos dones naturales, y mis deseos permanecían ocultos en el fondo de mi corazón. Pero Jesús, oculto también él, en mi pobre corazón; tuvo a bien demostrarle que todo es vanidad y aflicción de espíritu bajo el sol... Con gran extrañeza de las hermanas, me pusieron a pintar, y Dios permitió que supiese sacar jugo a las lecciones que mi Madre querida me dio... Y quiso también que, a ejemplo suyo, pudiese hacer poesías y componer piezas teatrales que a las hermanas les parecieron bonitas.

Los dones que Dios me ha prodigado (sin yo pedírselos), en lugar de perjudicarme y de producirme vanidad, me llevan hacia él. Veo que sólo él, es inmutable y que sólo él, puede llenar mis inmensos deseos.

Hay también deseo de otra índole que Jesús ha querido convertirme en realidad, deseo infantiles, como hacer caer la nieve el día de mi toma de hábito. Tú sabes bien, Madre querida, como me gustan las flores. Al hacerme prisionera a los 15 años, renuncié para siempre a la dicha de correr por los campos esmaltados con los tesoros de la primavera. Pues bien, nunca he tenido tantas flores como desde que entre en el Carmelo.

Sé que Jesús, no puede desear para nosotros sufrimientos inútiles, y que no me inspiraría estos deseos que siento, si no quisiera hacerlo realidad... ¡Que dulce es el camino del amor...! ¡Cómo deseo dedicarme con la mayor entrega hacer siempre la voluntad de Dios...!

¡Amado mío!, esta gracia no era más que el preludio de otras gracias mayores con que tú querías colmarme. Déjame, mi único amor, que te las recuerde hoy..., hoy sí, sexto aniversario de nuestra unión... Y perdóname, Jesús mío, si digo desatinos al querer expresarte mis deseos, mis esperanzas que rayan al infinito, ¡¡¡perdóname y cura mi alma dándole lo que espera!!!

Jesús mío, ¿Y tú, que responderás a todas mis locuras...? ¿Existe acaso un alma pequeña y más impotente que la mía...? Sin embargo, Señor, precisamente a causa de mi debilidad, tú has querido colmar mis pequeños deseos infantiles y hoy quieres colmar otros deseos más grande que el universo.

Jesús, si quisiera poner por escrito todos mis deseos, necesitaría que me prestaras tu libro de la vida, donde están consignadas las hazañas de todos los santos, y todas esas hazañas las haría yo por ti.

Sin embargo, amor mío, este deseo no me trae la suficiente paz.

Y yo, como hija de la luz, comprendí que mis deseos de serlo todo, de abarcar todas la vocaciones, eran riquezas que podían muy bien de hacerme injusta. ¿Cómo este deseo Dios me lo haría posible...? Finalmente comprendí que el amor encerraba a todas las vocaciones. Sólo el amor podía hacer actuar a los miembros de la iglesia; que si el amor llegaba apagarse, los apóstoles ya no anunciarían el evangelio y los mártires se negarían a derramar su sangre. El más pequeño movimiento de puro amor es más útil a la iglesia que todas las demás obras juntas.

Comprendí que sin el amor, cualquier don o carisma que tengamos, es nada... El amor lo abarca todo...  ¡Jesús, amor mío... Mi vocación es el amor...! En el corazón de la iglesia yo seré el amor... Así lo seré todo... ¡¡¡ Así mi sueño, de serlo todo, se verá hecho realidad...!!!

Jesús se complace en mostrarme el camino hacia la hoguera divina del amor. Jesús no pide grandes hazañas, sino únicamente abandono y gratitud. He aquí, pues, todo lo que exige Dios de nosotros. No tiene necesidad de nuestras obras, sino solo de nuestro amor".

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